Contenidos
- 1 El mundo tras el Covid y los negocios de buceo
- 2 Gestión de los 90: una especie en extinción
- 3 Del cliente experimentado al del bautizo
- 4 Miedo a la profundidad abisal de la tecnología
- 5 Reservas online, el oxígeno imprescindible
- 6 Cómo quitarse lastre del cinto
- 7 La calidad, el horizonte hacia el que navegar
El mundo tras el Covid y los negocios de buceo
La industria del buceo se baña en nuevas aguas en la era poscovid. El furor por la búsqueda de nuevas experiencias atrae una marea de nuevos clientes a los centros de buceo. ¿Quieres saber hacia dónde navega el sector? Nos lo cuentan quienes se sumergen cada día en este mar en pleno auge.
Hablamos con tres gestores de centros de buceo de Canarias para conocer de primera mano cómo afrontan este boom del negocio. En las islas afortunadas se trabaja los 12 meses del año gracias al buen clima. Ese flujo constante de visitantes convierte a Kristof Callewaert (Diving Center Punta Amanay), Roberta Bracale (GooDiving) y Christian Massad (Rubicon Diving) en el pulsómetro perfecto para medir el ritmo cardiaco del sector.
Y parece que el corazón de buceo late firme tras el parón de la pandemia. Así lo certifican nuestros interlocutores al cifrar en más de un 20% el aumento de clientes. Además, destacan un cambio de perfil que beneficia al negocio: ahora hay más principiantes que se ponen el neopreno, cuando antes el grueso eran buceadores expertos.
Sin embargo, estas buenas noticias para los centros de buceo chocan con nubarrones que oscurecen el sector. Muchos negocios, explican Kristof, Roberta y Christian, siguen encallados en viejos modelos que amenazan su supervivencia.
Un paseo por las zonas turísticas de España sirve para verificar la resistencia de parte del sector a dejar atrás el siglo XX. Bucean lejos de los estándares de calidad que reclaman hoy los clientes. ¿Cuánto tiempo aguantarán sin el aire que inyectan los nuevos tiempos?
El futuro pasa, aseguran los expertos, por romper la brecha digital. “Ahora más que nunca es necesario modernizarse y utilizar las nuevas tecnologías”. Así lo explican quienes han logrado con éxito implementar sus negocios para “estar más tiempo con los clientes en el mar”.
¡Te contamos cómo han conseguido dar ese salto y qué beneficios tiene para tu negocio!

¡Al agua!
Gestión de los 90: una especie en extinción
La industria del buceo en España se asentó a finales del siglo XX. Algunos centros se han quedado agarrados al cabo de descompresión de los 90, una parálisis que lastra su rentabilidad. “Ahora es imposible trabajar como antes”, advierte Kristof que observa con preocupación la resistencia a la modernización.
Un negocio de buceo requiere una fuerte inversión (local, barco, vehículo de traslado, equipos de inmersión, seguros…) que solo es posible rentabilizar optimizando la gestión. “Si no cambias, es económicamente inviable”, explica Roberta. De hecho, ella y su socio Andrea se embarcaron en 2017 en la aventura de GooDiving adquiriendo un viejo centro hundido en Tenerife que han reflotado y puesto a navegar a pleno rendimiento.
El problema es que esta optimización de la gestión choca con el espíritu vocacional que mueve a los propietarios de los centros. Son amantes del buceo, no empresarios. “Montamos el negocio para vivir de nuestra pasión y transmitirla”, recuerdan nuestros tres interlocutores, para acto seguido insistir en que su sueño solo es viable si se modernizan.
Atrás quedan los tiempos en que se trabajaba con buceadores nómadas, con equipos de dudosa calidad y con webs prácticamente muertas. Ahora todos los monitores tienen que estar titulados, las actividades aseguradas, el negocio activo en el mundo online… Y cuadrar ese círculo requiere actualizar el modelo de gestión.
Esta ha sido también la clara apuesta de Diving Center Punta Amanay y Rubicon Diving. En el primer caso, Kristof lleva al frente de su negocio en el norte de Fuerteventura desde 2002, mientras que Christian empezó de cero en 2003 y gestiona en la actualidad cuatro centros de buceo en Lanzarote.
Son tres casos de éxito en un sector inmerso en una paradoja: en pleno boom del negocio, cada día cierra algún centro de buceo. ¿Cómo se explica? Alrededor del 50% de la industria del buceo está conformada en España por microcentros que se resisten al cambio. Y ponen en riesgo su supervivencia en un mar cada vez más competitivo.
Nuevas normas, viejos problemas
La nueva ley que mece el mundo del buceo desde hace casi tres años también tiene algo que ver con los cambios que experimenta el sector en España. El 2 de junio de 2020, en plena vorágine de la pandemia, el Estado publicó un real decreto que unificó toda la normativa sobre actividades de buceo. Hasta ese momento estaba dispersa y provocaba marejadas de dudas.
Para los centros de buceo, esta ley ha supuesto repartir con sus clientes la carga de responsabilidad en caso de accidente. Antes, fuera como fuera, toda la culpa era de la empresa que guiara la actividad. Ahora, los clientes firman una declaración sobre su salud que les compromete. Según explica Roberta Bracale, ese cambio ha sido “una gran mejora”.
El real decreto de 2020 también aglutinó los deberes que tienen que cumplir los centros de buceo para intentar acabar con la piratería en el sector. ¿Se ha conseguido? “Avanzamos bastante, pero queda mucho que recorrer”, explican los profesionales tras reconocer que el problema va por barrios.
En Lanzarote y Fuerteventura los centros ilegales de buceo son “muy pocos” y están en vía de extinción. Sin embargo, en Tenerife los amateurs campan a sus anchas. Roberta aporta cifras: en la isla del Teide hay 176 centros de buceo, de los que solo 27 son legales. “Aquí hay mucho negocio en garajes y esta falta de profesionalidad perjudica a todos”, critica.
Frente a esta competencia ilegal, los gestores de escuelas de buceo destacan los altos estándares de calidad que aportan los centros homologados. “Nuestros instructores tienen la titulación, los equipos son los modernos y garantizamos una experiencia única en cada inmersión”, resaltan confiando en que esa profesionalidad se imponga en un sector en alza.
Según subrayan Christian, Roberta y Kristof, cumplir al 100% la ley no solo garantiza la seguridad bajo el mar, también aporta un plus a toda la industria: “La primera experiencia es fundamental para que el cliente se enganche a este deporte y repita”.

Del cliente experimentado al del bautizo
Todos los gestores de escuelas y club de buceo destacan el “cambio radical” que se ha producido en el perfil mayoritario de sus clientes. Hasta hace unos años los negocios del sector vivían fundamentalmente gracias a buceadores experimentados.
Ahora la tendencia es la contraria. La balanza se está inclinando con claridad hacia clientes principiantes que buscan la sensación de libertad y fusión con la naturaleza que aporta este deporte. Ese giro viene acompañado de una reducción de la edad media de los usuarios de centros de buceo. Antes oscilaba entre los 45-60 años, ahora se mueve en una horquilla de 30-45.
Este cambio de perfil de los clientes aumenta los ingresos. Un curso básico para principiante o un bautizo de buceo triplica el precio de una inmersión, que es el producto que consumen los buceadores experimentados. Por esa razón, explica Kristof, es “imprescindible” que los negocios del sector adapten su estrategia.

Otro efecto de la pandemia ha sido el incremento de clientes de calidad. Christian nos explica que sus centros de buceo han consolidado un 50% de usuarios repetidores europeos que antes viajaban más a países asiáticos y ahora eligen destinos más cercanos. También aumenta la demanda de cursos de formación de instructor al complicarse competidores líderes como Tailandia.
Todos estos factores obligan a acelerar la modernización del sector. El nuevo y creciente cliente poscovid es nativo digital. Se maneja como pez en el agua con las nuevas tecnologías. Quiere reservar y pagar online, llega gracias a una web funcional y visual, demanda información sobre paquetes…Y panitrora captarlo, estar en el mundo online es “fundamental”.
GooDiving, Diving Center Punta Amanay y Rubicon Diving apostaron sin dudarlo por sumergirse de lleno en el océano digital y aseguran que los resultados han sido notables. “Sin una web moderna y un buen software de gestión nos hubiera sido casi imposible atender el aumento de la demanda”, reconoce Kristof.
Miedo a la profundidad abisal de la tecnología
Un paseo por las páginas web de centros de buceo revela, no obstante, que la mayoría continúa sin adaptarse al mundo tecnológico que lo inunda todo. Los hábitos de consumo hoy en día pasan por el móvil e internet, pero muchos negocios de buceo prefieren cerrar los ojos.
Esta resistencia al cambio se explica por varios factores. Según Kristof y Christian, la edad media de los gestores de centros de buceo es alta, lo que provoca “cierto miedo” al salto tecnológico. También influye el modelo persistente de pequeños centros “de una pareja amante del mar que se conforma con cubrir gastos”.
Roberta pone sobre la mesa un tercer ingrediente: “Llevar un centro de buceo es muy complejo, siempre hay muchas cosas que hacer y vas dejando el tema tecnológico. Sabes que es urgente, pero te puede el día a día”. Inmersos en esa situación vivían GooDiving, Diving Center Punta Amanay y Rubicon Diving hasta que apostaron de lleno por el océano digital.
Estos tres negocios contaban desde hace años con páginas web muy básicas, en las que se limitaban a ofrecer información “y poco más”. Las reservas y pagos online eran “artesanales” en el mejor de los casos, o vía PayPal con pago de altas comisiones. Y por supuesto, nada de utilizar la tecnología para las fichas de los clientes, los calendarios de inmersiones u organizar a los monitores.
El gran bautizo en el mar tecnológico llegó tras el covid para nuestros tres interlocutores. En 2020, Kristof fue el primero en introducir en su negocio el motor de reservas y gestión BukyApp. El propietario de Diving Center Punta Amanay ejerce desde entonces como embajador de este software diseñado específicamente para centros de buceo.
“Llevábamos tiempo buscando una solución tecnológica integral, pero no había nada ajustado al buceo” en el mercado, explica Roberta tras soplarnos que Kristof le contó su “secreto”. También ejerció de publicista desinteresado ante Christian y “el resultado de seguir su consejo ha sido estupendo”, subraya Christian.
Gracias a esta apuesta por la innovación, reconocen orgullosos, han aumentado sus ingresos con reservas online y paquetes ajustados a sus clientes. “El cambio ha sido total porque desde el móvil o una tablet tienes un control total de la gestión del negocio”, explican satisfechos.

Reservas online, el oxígeno imprescindible
La pandemia también ha acelerado cambios en el consumo. El pago en efectivo es hoy una anécdota. El uso de las tarjetas y las compras online se imponen como oxígeno imprescindible para subsistir en el sector. Sin embargo, alrededor del 50% de los negocios de buceo no ofrece aún este servicio en su web.
Para Roberta, Christian y Kristof, es ya “imprescindible” porque los clientes “prefieren reservar en línea de inmediato, con un sistema de pago seguro”. También lo dice el algoritmo. Las estadísticas de Google dejan claro que usamos las apps y redes sociales para informarnos, pero en los sitios web es donde los consumidores toman la decisión final de compra.
Los buceadores también valoran mucho recibir toda la información en su correo electrónico, para ahorrar tiempo de papeleo y entrar al agua lo antes posible. “Con este software instalado en nuestra web tenemos un check-in automatizado que envía toda la documentación al cliente para que la cumplimente y firme online”.
En la era poscovid, otro factor “fundamental” para nuestros expertos es contar con una web muy visual, funcional e intuitiva. Cada vez son menos los clientes que se sumergen en los centros de buceo por el boca a boca o por tener el local en un lugar estratégico. Ahora, se informan por internet y deciden por esa vía qué y dónde compran. Hay que estar en la red sí o sí.
Cómo quitarse lastre del cinto
Pero los beneficios de las herramientas digitales van mucho más allá de aumento de ingresos. Los tres gestores que nos aportan su experiencia reconocen que, gracias a las nuevas tecnologías, también ahorran “tiempo y dolores de cabeza” al simplificar la gestión.
Con este software integrado en su web han automatizado todos los procesos internos, encontrando un traje a medida para su actividad. “Todos estamos conectados”, explica Kristof en referencia a los calendarios de inmersiones y de trabajo que facilitan la organización de trabajadores y equipos.
La simplificación de la gestión mediante la apuesta digital también ha sido “significativa” para Roberta y, en especial, para Christian que con ¡cuatro centros! de buceo en Lanzarote logra tener un control total del negocio sin dejar de bucear con sus clientes. “Sin este software sería imposible”, confiesa mientras se pone el neopreno y descarga botellas en el puerto.
¿Y la competencia? La realidad es que la mayoría “está un poco por detrás”. Se siguen viendo muchas webs algo prehistóricas que solo anuncian cursos, enseñan instalaciones y ofrecen salidas de buceo. “Poco a poco” y sobre todo con el boom tras el covid el mercado del buceo se está poniendo las pilas, pero “todavía queda mucho trabajo por realizar”, reconocen orgullosos de ser la avanzadilla del camino a seguir.

¿Cuál debe ser el rumbo de los centros de buceo para aprovechar esta buena marea poscovid? Ante ese interrogante, la respuesta también es unánime: calidad, calidad y calidad. Como amantes del mar, Kristof, Roberta y Christian defienden que el aumento de clientes debe ir acompañado de mejoras en el servicio para que “este maravilloso deporte” cale en los huesos de los principiantes.
Tras la pandemia, las motivaciones turísticas han dado un giro. Las actividades de ocio activas reemplazan cada vez más a los viajes pasivos. Además, ahora somos más conscientes de la importancia del medio ambiente y buscamos experiencias en armonía con la naturaleza. Todo encaja a la perfección con la industria del buceo.
En ese contexto, la copropietaria de GooDiving resalta la importancia de dar a los alumnos algo más que herramientas técnicas para bucear. “Nosotros somos biólogos y eso aporta un plus, porque transmitimos a los clientes conocimientos del mundo submarino para que se enganchen y sigan buceando toda la vida”.
Esa apuesta por la calidad es también lo que distingue a Rubicon Diving. Como ejemplo, Christian subraya con orgullo que su negocio de Lanzarote fue el primero de España en introducir el buceo con nitrox en sus inmersiones y también es pionero en buceo técnico. A su juicio, el alto nivel profesional marca la diferencia frente a la competencia asiática y por eso “hay que aprovechar este tirón”.
En el caso de Diving Center Punta Amanay, los datos avalan el rédito de su apuesta por la calidad. Kristof acaba de recoger en Madrid dos premios SSI: el de quinto centro de buceo de España en número de certificaciones en 2022 y el que lo consolida otro año más como de Diamond center.
Y hacia ese horizonte debe poner rumbo el sector del buceo con la corriente a favor de la era poscovid. Nuevas tecnologías, mejor gestión y más profesionalidad conforman el mejor equipo para sumergirse con garantías. Por ese camino, muchas y perfectas inmersiones nos esperan.
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